lunes, 19 de diciembre de 2011

Capitulo 10 La cita


Me acerqué a él con una sonrisa tímida y la piel del color de los tomates.
-Hola Damien, ¿Cuanto has visto?- Él me dedicó una de sus dulces sonrisas.
-Lo suficiente, cantas bien.- Todavía me puse más roja si eso era posible.
-¿Como sabes que vivo aquí?- Me estudió con sus ojos de plata, mientras su sonrisa se ampliaba.
-Erik me lo ha dicho hoy mientras tu estabas en el servicio.- Tenía unas ganas horribles de matar a Erik, ya le valía, y no decírmelo, estaba bien muerto por dejar que me viera con aquellas pintas.- Yo quería proponerte una cosa, espero que la aceptes.- Extendió su mano hacía mi sujetando dos pequeños papeles, con las manos temblorosas por la vergüenza los tome.
Eran dos entradas, para una película que se estrenaba hoy y que yo deseaba ver, la ilusión me invadió olvidando la vergüenza, me abracé a él besando su mejilla.
-Claro que las acepto, claro que quiero que vayamos, ¡gracias!- Él sonreía mientras me observaba dar saltitos de alegría.- Dame diez minutos, ¿porque no querrás que vaya así verdad?- Damien se echo a reír.
-Jeje, eso te queda bien.- Puse cara rara le devolví las entradas y eche a correr hacía casa mientras le gritaba:
-¡Dame diez minutos y nos vamos!

Entre corriendo en casa hasta llegar a mi habitación, me puse los tejanos de nuevo, las botas que había llevado durante el día y otra camiseta que Erik decía que me quedaba genial, me puse colonia y me solté los rizos, me miré en el espejo para comprobar que no se habían desmontado, pude observar como en mi rostro se dibujaba una sonrisa tonta de felicidad, era la primera vez que un chico se me presentaba en casa proponiéndome una cita.
Fui a la cocina para dejarles una nota a mis padres enganchada en la nevera para que no se preocuparan, diciéndoles que no llegaría tarde y que me iba al cine.
Salí de casa y corrí hacía Damien que me esperaba en el jardín con una sonrisa en los labios, una sonrisa de ilusionado como si él hubiera estado deseando que llegara ese momento.
-Estas preciosa.- Sonreí me gusta tantísimo, no me lo podía acabar de creer, parecía un sueño echo realidad.

Su coche era negro y flamante sin abolladuras, al contrario que el mio que era un pequeño coche color vino y parecía una lata. Por dentro tenia los asientos forrados de cuero y extremadamente cómodos, lo único que se parecía al mio era el equipo de música pero sin contar los altavoces que eran mil veces mejores los suyos. Me senté con cuidado mientras él se ponía al volante, aquel coche desprendía elegancia como el mismo Damien, aquello era demasiado perfecto para ser real y para que me pasara a mi.
Al llegar al cine salió rápido y en un segundo estaba en mi puerta para abrírmela, estaba fuera de lugar pero fue un detalle que me encantó, salí feliz del coche cogiéndome a su brazo. Entramos al cine donde nuestro sitió era el mejor, estaba que no cabía en mi de la alegría, él me invitó a las palomitas y al refresco aunque él no se compro nada, la película me encantó y la compañía era insuperable, era uno de los momentos más felices de mi vida, al llegar a la puerta de casa donde el coche de mis padres reposaba baje al mundo pensando que esa noche no se podía superar.
Le dediqué mi mejor sonrisa y me dispuse a salir del coche, Damien cogió mi mano, su tacto era frío y muy agradable, me volvió arrastrar a su lado, observándome con sus ojos de plata.
-Kasia, si no te importa esto lo considero una cita.- Se acerco a mi besando mi mejilla, el corazón me iba a cien nunca pensé que podría ponerme tan nerviosa.
-Vale, yo también lo considero una cita, espero que no sea la ultima.- Me baje despacio del coche sintiendo su mirada en mi.
-Te juro que no lo será.- Cerré la puerta con el nerviosismo a flor de piel.
Lo vi alejarse con su coche elegante y sin mucha prisa, entre a casa dando saltos de alegría y con ganas de que la noche pasara para poderlo ver de nuevo a mi lado.

Por la mañana acabe mis tareas mucho más rápido que de costumbre dándome tiempo a leer un rato antes de coger el coche y pasar a por Erik, pero lo que mas llamo mi atención fue que la niebla de mis sueños empezaba a ser él, como si Damien estuviera tan presente en mi mente que la niebla cogiera su forma de mi recuerdo. Cogí mi coche pensando en Damien y en que quedaba poco para que lo viera de nuevo, mire hacía la calle y vi como Erik se acercaba con su calma habitual y sus galletas, abrió la puerta, se sentó a mi lado con su sonrisa dulce y amigable.
-Hola Erik, por un lado te daría dos besos, pero por la otra te mataría- Erik me miró extrañado con intriga, mientras me ofrecía una galleta, la tome y me la comí mientras íbamos de camino al instituto.
-Prefiero los dos besos.- Me eche a reír al igual que él.- ¿Y porque todo eso?
-Pues porque le diste mi dirección a Damien sin avisarme,- Erik puso cara de sorpresa ocultando su media sonrisa- Pues ayer por la tarde se presentó en casa y solo te diré que estaba regando.- Empezó a reírse, seguramente se imagino la situación y se acordó de mi super vestuario de riego.-Y bueno me invito al cine a ver la película que yo deseaba ver, fue fantástico, al llevarme a casa me dijo que lo consideraría una cita.
-¡Ves Kasi como le gustas!- Erik me miraba con una ilusión infinita- solo falta que encontremos uno para mi...
-Tranquilo, veras como lo consigues, que no te quedaras para vestir santos te lo juro.- Erik me miró con desconfianza como si hubiera dicho una barbaridad.

Llegamos a la puerta del instituto Damien se encontraba allí con una gran sonrisa y tema de conversación para entretenernos a todos. Las clases pasaron con normalidad mientras Damien y yo intercambia vamos miradas y los demás nos observaban.
Esa tarde habíamos vuelto a quedar, esperaba que fuera otra consideración de cita, habíamos decidido ver una película en mi casa ya que ninguno de los dos somos de irnos por ahí, ¿que plan hay mejor un viernes noche que una buena película con el chico que te gusta? Ninguno, o al menos por lo que a mi respecta.

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